Algunos
Detalles de la Vida Detrás de las Alambradas
(Capitulo
XVI)
En este capítulo
relata que en 1944 la vigilancia disminuyo pero bueno en un campo de concentración
por desgracia no todo lo bueno dura mucho, los internos estaban separados por
una alambrada eléctrica, un roce con la alambrada era mortal, los internos
aprovechaban para buscar a sus parientes o intercambiar información (rumores la
mayor parte de las veces), pero los alemanes no desperdiciaban oportunidad pues
cuando había muchos internos en la alambrada aprovechaban para disparar y pues
exterminarlos.
Olga vio tantos
casos de muertes auto provocadas por la alambrada eléctrica y a internos
con heridas provocadas por los disparos.
En
el campo de concentración aparte de separarlos por capos y por los
uniformes también se les tatuaba a la gente que por lo que yo comprendí era
como un salvavidas (algo que las protegía). Otras formas de marcar a los
internos eran algunas insignias sobre su uniforme la "P, R, NN, etc."
representaban la distintas nacionalidades.
Bueno en
los campos deportaban a muchas personas que ya no eran mandados por algo si no
porque si (en algún caso) como lo eran con monjas y sacerdotes, a estos últimos
se les insultaba y burlaban de ellos pero siempre las monjas se mantuvieron
firmes y en paz
Los Métodos y su
Insensatez
(Capitulo XVII)
Auschwitz
era un campo de trabajo, pero Birkenau era un campo de exterminación. Sin
embargo, había unos cuantos comandos de trabajo en Birkenau, destinados a
distintas tareas a olga la obligaban a
partcipar en algunos trabajos En primer lugar estaba el
"Esskommando", integrado por los que transportaban la comida. Después
de la lista de la mañana, Olga iba a la cocina con sus compañeras para hacerse cargo de los alimentos. Tenían que cargarlos hasta
el hospital, que estaba casi a un kilómetro. Por lo menos, pero este les
resultaba demasiado cansado, había algunas tareas totalmente inútiles como que
se les ordenaba trasladar a mano un montón de piedras de un lugar a otro. Cada
internada debía llenar hasta el borde dos cubetas. En ocasiones, tenían que
cargar ladrillos y hasta barro, en lugar de piedras. Estas tareas el objetivo
de quebrantar su resistencia física y moral, y hacerlas candidatas para las
"selecciones”. En cuanto a el ’Aussenkommando’’ ellos salían a primeras
horas de la mañana, los que pertenecían a estos grupos tenían que realizar su
trabajo con el estómago vació sin comida, ni tan siquiera el líquido
amarillo al que los cocineros llamaban té o café. Los supervisores
los vigilaban constantemente procurando que no tuvieran un solo momento de
reposo. Al desmayarse era un fenómeno sumamente común, porque en
los comando siempre figuraban personas enfermas.
Nuestras
Vidas Privadas
(Capitulo
XVII)
Las
Bestias de Auschwitz
(Capitulo
XIX)
De todos los S.S. que había
en el campo el que adquirió mayor notoriedad fue Joseph Kramer, "la bestia
de Auschwitz y Belsen", que fue el Criminal No. 1 en el proceso de
Luneburg. Pero las internadas teníamos escaso contacto con él. Como Comandante
en Jefe de una gran parte del campo, rara vez abandonaba las oficinas de la
administración, y se presentaba únicamente para realizar determinadas
inspecciones o en ocasiones especiales. Se debía que Kramer había desempeñado
muchos oficios en su vida. Una vez había sido tenedor de libros.
Indudablemente, llevaba los libros sobre las vidas humanas de Auschwitz con
toda exactitud, porque era él quien recibía las órdenes de Berlín relativas a
la escala de exterminio. Era un hombre robusto. Tenía el pelo oscuro cortado a
la marinera, y sus ojos eran negros y penetrantes. No se olvidaba fácilmente su
fisonomía dura y severa. Tenía un andar pesado y sus maneras eran reposadas e
imperturbables. Todo lo relativo a su personalidad le daba un aire de Buda.
Olga al parecer o vio unas cuantas veces en la estación cuando se realizaban
las selecciones de los contingentes recién llegados fue el día después de haber
sido liquidado miles de seres humanos del Campo Checo. Y lo volvió a ver en
otras ocasiones La primera fue durante el verano de 1944. Cuando los alemanes ordenaban gritando por la
tarde ¡todo el mundo fuera! ¡Desocupen
las barracas!, Se les reunió en la gran explanada que había delante de las
barracas. En aquella ocasión, los alemanes no tuvieron en cuenta los
precedentes anteriores, porque nos autorizaron a sentarnos en tierra,
privilegio.
maria de los angeles valdez guerrero # 206
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