martes, 7 de mayo de 2013

los hornos de hitler capitulo 12,13,14 & 15 angeles valdez guerrero



El depósito de cadáveres
(Capitulo XII)
Olga cuenta como trasladaba los cadáveres al depósito este se encontraba media hora de camino después del hospital,  estos cuerpos pertenecían a algunas pacientes de la enfermería, si de por si no había suficiente agua para que se bañaran las personas que estaban vivas menos para que limpiaran a los cadáveres. Olga tenía que compartir este trabajo pesado una  muchacha que había sido estudiante en Varsovia, La joven polaca estaba dominada por un único sentimiento el amor a su madre. Esta  era el tema principal de sus conversaciones. Cuando hablaba de ella, le decía  a Olga confidencialmente
 que su madre estaba escondida en las montañas. La estudiante pensaba que los alemanes no serían tan inteligentes de encontrar a su madre .pero un día mientras penetraban el depósito de cadáveres la joven había visto el cuerpo de su madre entre todos los cadáveres se podía observar algunas  deformaciones producidas que producían los internados la vida del campo de concentración  muchos prisioneros parecían esqueletos. Habían perdido el 50 ó 60 por ciento de su peso original y habían mermado de talla. Parecerá increíble, pero la verdad es que no pesaban realmente más de treinta o treinta y tantos kilos. Por la misma causa, a saber, la alimentación defectuosa, a otros se les hinchaba anormalmente el cuerpo.



El "Ángel de la Muerte"
Contra el "Gran Seleccionador"
(Capitulo XIII)
Olga piensa que el día que fue seleccionada debió morir. Irma Gríese estaba demasiado interesada en averiguar por qué el doctor Fritz Klein, médico de las S.S. encargado del campo de mujeres de Auschwitz y después de Bergen-Belsen, había creado un puesto expresamente en Olga aunque se encontraba en pésimas condiciones rapada la cabeza, sucia, harapienta, y con dos zapatos de hombre, que no pertenecían al mismo par, en los pies. Pero  Gracias a que Irma  quería enterarse, Olga se salvó de morir.
 En aquel entonces, las "selecciones" eran llevadas a cabo por las más altas jerarquías femeninas del campo, durante estas el "ángel rubio de Belsen", como más adelante había que llamarla la prensa, manejaba con liberalidad su látigo. Sacudía fustazos adonde se le antojaba, y a nosotras no nos tocaba más que aguantar lo mejor que pudiésemos. Nuestras contorsiones de dolor y la sangre que derramábamos la hacían sonreír. Cierto día de junio del año 1944, eran empujadas a los lavabos 315 mujeres "seleccionadas". Ya las pobres desventuradas habían sido molidas a puntapiés y latigazos en el gran vestíbulo
Antes de ser enviadas a la cámara de gas, debían pasar revista ante el doctor Klein. Pero él las hizo esperar tres días. Durante aquel tiempo, las mujeres condenadas tuvieron que vivir apretujadas y tiradas sobre el pavimento de cemento sin comida ni bebida ni excusados pero a nadie le importaba si se sentían incomodas.




"Organización"
(Capitulo XIV)

Un día llego un anciano  internado, que estaba trabajando en la carretera de su campo. a Olga y a sus compañeras las acaban de rapar de la cabeza y  temblaban de frio bajo sus  harapos , Durante los largos días que siguieron, Olga se preguntaba muchas veces qué significaría aquella palabra, "organizar".  Pues la había escuchado continuamente Le  llevó bastante tiempo todavía comprender el verdadero sentido de "organización". El consejo del viejo picapedrero, más las recomendaciones de otras internadas, le dieron la respuesta. "Si no quieres morir de hambre, no te queda más que un remedio: robar" le dijeron. De pronto entendió que organizar significaba robar, utilizaba muchas veces para cubrir hurtos y raterías bajas. Había ocasiones en la que las internas se peleaban por errores de supuestos robos de alimentos.
Olga Llevaba ya varias semanas en la enfermería cuando una amiga le dijo que una prisionera de la Barraca No. 9, llamada Malika estaba vendiendo material de lana a cambio de pan y margarina. Yo estaba necesitando urgentemente una chaqueta de lana. Pero lamentablemente no tenía pan ni margarina, pero sí una amiga a la cual se lo podía pedir prestado, Malika era policía femenina, cuya función consistía en blandir el palo para separar a las internadas de la alambradas de púas. Muchas deportadas trataban de comunicarse con las del campo checo. Obligación de Malika era, impedir el mercado en especie Durante las horas en que estaba de servicio, nadie podía negociar con las checas. Bueno, nadie, menos la misma Malika. Ejercía un monopolio completo. Aquella antigua vendedora de frutas se convirtió en la primera "mujer de negocios" del campo.




Nacimientos malditos
(Capitulo XV)
En cuanto llevaban a la enfermería a un recién nacido, tanto la madre como el recién nacido eran mandados  a la cámara de gas. Así lo habían dispuesto. Sólo cuando el bebé no tenía probabilidades de seguir viviendo o cuando nacía muerto, se perdonaba la vida a la madre y se la permitía regresar a la barraca. Los alemanes no querían que viviesen los recién nacidos; si vivían, también las madres tenían que morir Olga sentía un gran peso en cima aunque ella no era responsable de que esos niños no vinieran al mundo para ella esto era monstruoso. Ellas sentían tanta culpa que  Por lo menos, sentían tenían que salvar a las madres. Para ello, su plan sería simular que los niños habían nacido muertos. Pero, aun así, tenían que tomar muchas precauciones, porque si los alemanes llegaban a sospecharlo, también ellas iríamos a parar a la cámara de gas y probablemente a la cámara de tortura.

Cuando se les comunicaba que alguna mujer había empezado a sentir dolores de parto durante el día, se llevaban a la paciente a la enfermería. Las extendían sobre una manta en una de las koias de abajo, en presencia de sus compañeras. Pero Cuando los dolores le comenzaban de noche, se aventuraban  a trasladar a la mujer a la enfermería, porque al amparo de la oscuridad, podían  ir con seguridad. En la koia casi nunca estaban  en condiciones de hacer a la paciente un reconocimiento regular. En la enfermería tenían  una mesa, carecían  de antisépticos y que había un enorme peligro de infección, porque era la misma habitación en que curábamos heridas purulentas.
Los médicos de barraca, quienes tenían la obligación de dar cuenta de las embarazadas, recibieron órdenes rigurosas. Sin embargo, más de una vez se veía a los médicos desafiar todos los peligros y certificar que una determinada mujer no estaba en estado, cuando sabían positivamente que era falso. El doctor O. asistía al infame doctor Mengerle, director médico del campo, y negó todos los casos de embarazo que podían ser discutidos. Más tarde, la enfermería del campo se consiguió no sé cómo un productor farmacéutico que, por medio de una inyección, provocaba partos prematuros




  maria de los angeles valdez guerrero grupo 206

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