El depósito de cadáveres
(Capitulo XII)
Olga cuenta como trasladaba
los cadáveres al depósito este se encontraba media hora de camino después del hospital,
estos cuerpos pertenecían a algunas pacientes
de la enfermería, si de por si no había suficiente agua para que se bañaran las
personas que estaban vivas menos para que limpiaran a los cadáveres. Olga tenía
que compartir este trabajo pesado una muchacha que había sido estudiante en Varsovia,
La joven polaca estaba dominada por un único sentimiento el amor a su madre. Esta
era el tema principal de sus
conversaciones. Cuando hablaba de ella, le decía a Olga confidencialmente
que su madre estaba escondida en las montañas. La estudiante pensaba que los alemanes no serían tan inteligentes de encontrar a su madre .pero un día mientras penetraban el depósito de cadáveres la joven había visto el cuerpo de su madre entre todos los cadáveres se podía observar algunas deformaciones producidas que producían los internados la vida del campo de concentración muchos prisioneros parecían esqueletos. Habían perdido el 50 ó 60 por ciento de su peso original y habían mermado de talla. Parecerá increíble, pero la verdad es que no pesaban realmente más de treinta o treinta y tantos kilos. Por la misma causa, a saber, la alimentación defectuosa, a otros se les hinchaba anormalmente el cuerpo.
que su madre estaba escondida en las montañas. La estudiante pensaba que los alemanes no serían tan inteligentes de encontrar a su madre .pero un día mientras penetraban el depósito de cadáveres la joven había visto el cuerpo de su madre entre todos los cadáveres se podía observar algunas deformaciones producidas que producían los internados la vida del campo de concentración muchos prisioneros parecían esqueletos. Habían perdido el 50 ó 60 por ciento de su peso original y habían mermado de talla. Parecerá increíble, pero la verdad es que no pesaban realmente más de treinta o treinta y tantos kilos. Por la misma causa, a saber, la alimentación defectuosa, a otros se les hinchaba anormalmente el cuerpo.
El
"Ángel de la Muerte"
Contra
el "Gran Seleccionador"
(Capitulo
XIII)
Olga piensa que el día que
fue seleccionada debió morir. Irma Gríese estaba demasiado interesada en
averiguar por qué el doctor Fritz Klein, médico de las S.S. encargado del campo
de mujeres de Auschwitz y después de Bergen-Belsen, había creado un puesto
expresamente en Olga aunque se encontraba en pésimas condiciones rapada la
cabeza, sucia, harapienta, y con dos zapatos de hombre, que no pertenecían al
mismo par, en los pies. Pero Gracias a
que Irma quería enterarse, Olga se salvó
de morir.
En aquel entonces, las "selecciones"
eran llevadas a cabo por las más altas jerarquías femeninas del campo, durante
estas el "ángel rubio de Belsen", como más adelante había que
llamarla la prensa, manejaba con liberalidad su látigo. Sacudía fustazos adonde
se le antojaba, y a nosotras no nos tocaba más que aguantar lo mejor que
pudiésemos. Nuestras contorsiones de dolor y la sangre que derramábamos la
hacían sonreír. Cierto día de junio del año
1944, eran empujadas a los lavabos 315 mujeres "seleccionadas". Ya
las pobres desventuradas habían sido molidas a puntapiés y latigazos en el gran
vestíbulo
Antes de ser enviadas a la
cámara de gas, debían pasar revista ante el doctor Klein. Pero él las hizo
esperar tres días. Durante aquel tiempo, las mujeres condenadas tuvieron que
vivir apretujadas y tiradas sobre el pavimento de cemento sin comida ni bebida
ni excusados pero a nadie le importaba si se sentían incomodas.
"Organización"
(Capitulo
XIV)
Un día llego un anciano internado, que estaba trabajando en la
carretera de su campo. a Olga y a sus compañeras las acaban de rapar de la
cabeza y temblaban de frio bajo sus harapos , Durante los largos días que
siguieron, Olga se preguntaba muchas veces qué significaría aquella palabra,
"organizar". Pues la había escuchado
continuamente Le llevó bastante tiempo
todavía comprender el verdadero sentido de "organización". El consejo
del viejo picapedrero, más las recomendaciones de otras internadas, le dieron
la respuesta. "Si no quieres morir de hambre, no te queda más que un
remedio: robar" le dijeron. De pronto entendió que organizar significaba robar,
utilizaba muchas veces para cubrir hurtos y raterías bajas. Había ocasiones en
la que las internas se peleaban por errores de supuestos robos de alimentos.
Olga Llevaba ya varias
semanas en la enfermería cuando una amiga le dijo que una prisionera de la
Barraca No. 9, llamada Malika estaba vendiendo material de lana a cambio de pan
y margarina. Yo estaba necesitando urgentemente una chaqueta de lana. Pero lamentablemente
no tenía pan ni margarina, pero sí una amiga a la cual se lo podía pedir prestado,
Malika era policía femenina, cuya función consistía en blandir el palo para
separar a las internadas de la alambradas de púas. Muchas deportadas trataban
de comunicarse con las del campo checo. Obligación de Malika era, impedir el
mercado en especie Durante las horas en que estaba de servicio, nadie podía
negociar con las checas. Bueno, nadie, menos la misma Malika. Ejercía un
monopolio completo. Aquella antigua vendedora de frutas se convirtió en la
primera "mujer de negocios" del campo.
Nacimientos
malditos
(Capitulo
XV)
En cuanto llevaban a la
enfermería a un recién nacido, tanto la madre como el recién nacido eran
mandados a la cámara de gas. Así lo
habían dispuesto. Sólo cuando el bebé no tenía probabilidades de seguir
viviendo o cuando nacía muerto, se perdonaba la vida a la madre y se la
permitía regresar a la barraca. Los alemanes no querían que viviesen los recién
nacidos; si vivían, también las madres tenían que morir Olga sentía un gran
peso en cima aunque ella no era responsable de que esos niños no vinieran al
mundo para ella esto era monstruoso. Ellas sentían tanta culpa que Por lo menos, sentían tenían que salvar a las
madres. Para ello, su plan sería simular que los niños habían nacido muertos.
Pero, aun así, tenían que tomar muchas precauciones, porque si los alemanes
llegaban a sospecharlo, también ellas iríamos a parar a la cámara de gas y
probablemente a la cámara de tortura.
Cuando se les comunicaba que alguna mujer había empezado a sentir dolores de parto durante el día, se llevaban a la paciente a la enfermería. Las extendían sobre una manta en una de las koias de abajo, en presencia de sus compañeras. Pero Cuando los dolores le comenzaban de noche, se aventuraban a trasladar a la mujer a la enfermería, porque al amparo de la oscuridad, podían ir con seguridad. En la koia casi nunca estaban en condiciones de hacer a la paciente un reconocimiento regular. En la enfermería tenían una mesa, carecían de antisépticos y que había un enorme peligro de infección, porque era la misma habitación en que curábamos heridas purulentas. Los médicos de barraca, quienes tenían la obligación de dar cuenta de las embarazadas, recibieron órdenes rigurosas. Sin embargo, más de una vez se veía a los médicos desafiar todos los peligros y certificar que una determinada mujer no estaba en estado, cuando sabían positivamente que era falso. El doctor O. asistía al infame doctor Mengerle, director médico del campo, y negó todos los casos de embarazo que podían ser discutidos. Más tarde, la enfermería del campo se consiguió no sé cómo un productor farmacéutico que, por medio de una inyección, provocaba partos prematuros
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