miércoles, 29 de mayo de 2013

Capi. 24-25-26-27 Los Hornos de Hitler



Alumna: Ramirez Mejia Karen Ariatna.

CAPITULO XXIV
  EN EL CARRO DE LA MUERTE
Pues sus padres e hijos con los que llego en un principio ya era seguir que habían muerto en los crematorios de los hornos de Hitler y cada vez  que ella veía cruzar por el campo en el que habitaba a los hombres, Olga le emocionaba creer que entre ellos se pudiera encontrar su adorado esposo que en varias veces ella lo soñaba trabajando en las minas, con los pies hundidos en el agua hasta las rodillas, o desmenuzando piedra por piedra en la cantera,
Olga unas cuantas veces le mandaba mensajes pero nunca recibió  respuesta.  Después de 6 meses, se enteró a través por el servicio de resistencia de que estaba trabajando en el campo de buna, situado a 40 km. De Birknau en el que su oficio era ser cirujano del hospital.
Olga se arriesgo mucho al querer verlo por lo que se hizo pasar por las enfermeras que cuidaban a los locos que eran destinados a donde su esposo  trabajaba.
Al ver a su esposo le dio mucha tristeza verlo acabado, con canas y sucio, le dio mucha tristeza verlo así sintió feo que no lo pudo abrazar, pero después de un tiempo pudieron hablar.
Tiempo después se entero que su esposo falleció por tratar de ayudar a un francés.

CAPITULO XXV
EN EL UMBRAL DE LO DESCONOCIDO
En la mañana  del 12 de enero de 1945, aparecieron tropas de la s.s. den el hospital, recogieron todos los instrumentos de algún valor y los cargaron en camiones durante la media noche todos los datos que tuvieron de algún prisionero para que cuando llegaron sus liberadores no pudieran tener alguna pista de todos las barbaridades que cometían por la noche solo se veía la montaña de papeles en lumbre.  Los nazis se aferraban a matar a todas las pacientes porque no querían tener que encargarse de cargar con todas las prisioneras enfermas al cargarlas para esconderse, aunque tuvieron que tener cuidado de que los rusos no los liberaran.
En eso los soldados se llevaron a todos los prisioneros caminando y estaban saliendo formados de Birknau,  Olga no podía creer que estaban saliendo de ahí, y que fuera de ahí existía una vida, vida libre en donde habían varias cosas, entonces Olga recordó todo, recordó  a sus padres a sus hijos, a sus amigos y entonces ella lloro de tristeza.



CAPITULO XXVI
“ LA LIBERTAD”

Los guardianes de las S.S. que no rodeaban iban conduciéndose a un rebaño por la carretera de Auschwitz.  Hacía mucho frio por lo que los prisioneros sufrían, pero se les quitaba rápido porque sudaban de tanto que les obligaban a correr a toda prisa.
Entonces Olga y sus amigas Magda y Luisa se escaparon y corrieron en lodo, en cunclillas y a gatas, por fin llegaron a una casa en la que pudieran comer comida decente en lqa que hacían tiempo no comían y les costaba trabajo reconocer los deliciosos platillos pero estaban muy agradecidos con todos los cuidados que tenían hacia ellos.
Olga se invento una historia cuando se encontró con un oficial alemán el cual se lo creyeron y las apoyo e incluso le dijo que se pusieran a jugar con ellos.
Le costó trabajo tener relación con los alemanes aquellos que le causaron mucho dolor pero después se sentía feliz al ver que por fin había sido liberada.

CAPITULO XXVII
TODAVIA TENGO FE

Al mirar todo lo que había sucedido a Olga le dio mucha tristeza recordar con ese libro titulado “Los hornos de Hitler” en el que relata parte de su sufrimiento de lo que vio en Auschwitz Birkenau, pero a ella le daba fe que después de todo aunque hubieron varios desafíos entre ellos, ya que los alemanes los hacían pelearse por la comida, ropa, y cualquier otro lujo o por el simple hecho de pelear a un así a Olga le daba felicidad saber que unos judíos así les hayan hecho lo que le hayan hecho, ellos jamás se rebajaron en moralidad.
A ella le daba tristeza saber que por lo menos cuando los egipcios sufrían al trabajar ellos después podían admirar las pirámides que habían hecho , pero ellos solo cargaban por cargar.
Ellos solo pedían un vaso de agua lleno para ellos, menos golpes o un poco de paja para su koia que era duro, pero aun así ellas sufrieron mucho, jamás se comparara aquel infierno con otra cosa. Por eso Olga nos pide de favor no repetir esas horrocidades.

martes, 28 de mayo de 2013

Cap. 24-25-26-27 Los Hornos de Hitler.

Alumno: Cruz Frausto Edgar Isaac.

Capitulo 24
En el carro de la muerte.
En este capítulo Olga dice que por varios meses estuvo intentando hablar con su marido el cual no podía y como por el campo donde estaba ella pasaba un transporte con varios hombres, ella hacia todo lo posible para ver si veía a su esposo en esos transportes. Olga se imaginaba que su marido permanecía muy bien, aunque siempre ella le mandaba mensajes, nunca obtenía respuestas, hasta que un día se enteró que su marido estaba en el campo de Buna, al enterarse de eso ella pensó en muchas formas de poder ir a ese campo pero no se le ocurría nada, hasta que un día pensó en el bloque que tienen en el campo de locos, su idea era permanecer allí hasta que los trasladarán al campo de Buna para experimentar con ellos, claro que Olga se arriesgaba mucho por llevar a cabo ese plan pero no le importó y lo hizo. Ella en el carro de la muerte casi se volvía loca al ver tanto sicópata con sus cosas pero en fin, llegaron al campo de Buna. Llegando ahí, llevaron a los locos a los experimentos y Olga trataba de encontrar a su marido hasta que logro verlo cara a cara en la sala de operaciones, al verse los dos no supieron que decirse solamente estaban muy tristes, pero después su marido le dijo que nunca mas se volviera a arriesgar de ese modo ya que era muy peligroso si uno de las SS. La descubrían. Olga más tarde regreso a su campo pero días después se entero que a su marido lo habían asesinado ya que trato de levantar a un hombre que se había desmayado y un alemán al ver eso les disparo a los dos.


 Capítulo 25
En el umbral de lo desconocido.
En este capítulo Olga cuenta que la mañana del 17 de enero de 1945 aparecieron tropas de las SS en el hospital para recoger todos los instrumentos de algún valor para cargarlos en camiones. A medianoche llegaron más SS. Y les ordenaron que reunieran y llevaran las fichas de los enfermos y las gráficas de temperatura al buró político y en menos de una hora lograron llevar todos esos papeles para que después un guardián de las SS. Llegará y prendiera fuego de inmediatamente.
Más tarde en el campo la lageralteste les convoco que de inmediatamente tenían que evacuar y tenían que agarrar todas sus cosas necesarias, según era porque iban a partir al interior de Alemania, pero lo más seguro era que podían cambiar de decisión.
La compañeras de Olga y ella no sabían que hacer en ese momento ya que si se quedaban en el campo escondidas en un rincón y esperar a que todos se fueran, podían conseguir su liberación, o ir con los demás en el viaje y tratarse de escapar en el camino, aunque las dos propuestas tenían un enorme riesgo, pero también sabían que el ir con todo los demás en el viaje, las llevaría a la muerte.
Después llegaron a las alambradas y todos gritaban con dolor ya que pensaban que nunca más se volverían a ver, los que estaban detrás de ellas eran los maridos, los novios, los amigos, etc.
Durante una mañana los alemanes reunieron a todas las deportadas en columnas de cinco en fondo en la Lagerstrasse a pesar del frio que asía, después de eso las mandaron a sus barracas y más tarde llego el nuevo comandante del campo e hicieron una selección inmediatamente.


Capítulo 26
La libertad.
En este capítulo los guardianes de las SS. Rodeando a las deportadas se conducían por la carretera de Auschwitz, en ese momento hacia demasiado frio pero a los alemanes no les importaba eso. A lo lejos sonaban algunos tiros y para Olga fue tan emocionante ya que los rusos estaban indudablemente desencadenando un asalto a fondo.
Olga y sus compañeras se fueron alegrando cada vez más por lo sucedido, pero los alemanes al darse cuenta de los actos, presionaron más a las deportadas y estaban muy alarmados.
Eran seis mil mujeres las cuales estaban caminando por la carretera rural que estaba cubierta de nieve y a cada pocos metros veían cadáveres que tenían la cabeza aplastada, ellas de inmediato pensaron en los hombres de ls SS. Ya que ellos eran muy crueles y estaban acostumbrados a matar alguna persona sin razón alguna.
Luego una compañera de Olga que era la doctora Rozsa ya estaba muy cansada y ya no podía más, pero Olga le decía que tenían que seguir adelante pero como la doctora no podía le dijo que la abandonara y Olga lo hizo ya que atrás habían cinco guardianes de las SS.
Al otro día Olga y sus compañeras se levantaron muy temprano para ser las primeras en la fila de las columnas. Después todas al ver una patrulla alemana que se dirigía a la iglesia, aprovecharon para escapar pero les duro muy poco su gusto ya que las habían atrapado de nuevo.
Todos afirmaban con máxima seguridad que los rusos todavía iban a tardar tres días pero no fue así, las tropas de choques rusas se abrieron camino y tomaron al pueblo y para Olga eso fue su mayor alegría ya que les habían obsequiado el mejor regalo que fue la libertad.


 Capítulo 27
Todavía tengo fe.
Olga después de todo lo sucedió y todas las tragedias que paso, no fue fácil tratar de olvidar todo eso, ella tenía muchas esperanzas en que Dios haya acogido en sus seno sus desventuradas almas de todas esas personas que fueron asesinadas con crueldad y maldad por los alemanes.
Ella quería que su libro el cual había relatado durante toda la deportación, fuera leídos no solamente por ella si no por todo el mundo ya que quería que se enteraran de lo sucedió para que eso no volviera a pasar. Y a pesar de todos sus escritos quedaban algunas dudad el cual ella no lo podía creer.
El 31 de diciembre de 1944 el alto mando de las SS. Pidió al campo de Birkenau que le mandara un informe general sobre los niños internos, pero a pesar de las selecciones originales quedaron muchos de esos niños separados de sus familias y los alemanes lo resolvieron desapareciéndolos rápidamente. Y lo que hacían era pedirles a las internas que “bañaran” a los niños el cual, los bañaban con agua helada y sin jabón ni toallas y pues la mayoría de los niños no resistía a esa prueba y morían.
Hasta el último Olga cuenta que no puede ser posible lo que paso, ya que perdió a su marido, a sus hijos, a sus padres y a sus amigos y que para que eso no volviera a suceder ya nunca más tenían que gobernar personas como Hitler y que tanto las naciones que se negaron a creer como los alemanes eran unos pecadores criminalmente.

Jesús Gustavo Ramírez González

Capitulo 24                                                                                                                                                                                En El Carro De La Muerte

Olga trataba de encontrar a su esposo por mucho tiempo, soñaba que su esposo trabajaba en una mina, le mandaba cartas pero no tenia respuesta de su esposo. Le dijeron que era cirujano de un hospital en Buna se encontraba a cuarenta kilómetros de donde se encontraba Olga. Cuando escucho eso solo quería encontrar a su esposo. A Olga se lo ocurrió un plan, subirse a unos de los camiones que llevaba a los locos a Buna y unas veces a los presos a las cámaras de gas, para encontrarse con su esposo, este plan era muy arriesgado. Olga regreso a Birkenau después de llegar se entero que un soldado Alemán le había disparado a su esposo por querer ayudar a un preso que no podía seguir caminando. Se entero de que los camiones ya no saldrían más a los viajes a Buna.

Capitulo 25                                                                                                                                                             En El Umbral De Lo Desconocido

El 17 de enero de 1945 un soldado alemán llego a los campos de concentración les dijo a los internos que trabajaban en la enfermería que llevaran los papeles de todos los enfermos a un lugar. Los soldados alemanes prendieron los documentos, después de quemar los documentos les dijeron que prepararan todo y que llevaran toda su ropa posible porque se iban a ir del campo. Olga pensó que los rusos estarían cerca y se los dijo a los presos que irían al interior de Alemania, pensó que sería mejor quedarse en el campo escondida a esperar a los rusos o ir con los soldados alemanes e ir a Alemania. Las pusieron en filas Olga salió a la enfermería para ver cómo estaban las enfermeras. Las enfermeras estaban  como locas de un lugar a otro, en eso llega una compañera y les platico que en el campo de los hombres  estaban quemando los documentos e iban a sacar a los presos. Ya era momento de irse pero Olga pensó que en el camino tendrían hambre y les dijo a las enfermeras que tomaran todo el pan que pudieran del almacén. Después de un tiempo Olga sale viva del campo de concentración. Luego de caminar Olga y sus compañeras vieron por última vez a Birkenau. Olga se acuerda de sus padres, sus hijos y su esposo, ella se pone triste pero los vengaría de alguna manera.

Capitulo 26                                                                                                                                                          La Libertad

Olga caminaba con un grupo de mujeres escapando de los campos de concentración. Iban corriendo y así se les quitaría el frío. Alcanzaban a escuchar los disparos de cañones y alarmas. Eran los rusos que habían llegado a Alemania. Todo el camino estaba lleno de cadáveres pero no les importaba porque habían visto peores. Olga y sus amigas se fueron de rodillas entre las filas y entre las montañas hasta llegar a casa de un señor polaco  que les dijo donde había una casa donde refugiarse. Después de haberse escondido en el granjero que les dijo el señor, un soldado alemán le pregunto al señor pero le dijo que no las había visto, el soldado se fue y siguió su camino. Tiempo después el señor las fue a ver al granjero y el y su esposa les ofrecieron pan. Unos hombres obligaron a Olga y  a sus amigas amarrarlas en un carro, los alemanes que las veían ya no tenían interés en ellas. Hablo con una mujer y le dijo que cruzaría el río congelado y se escondería en la casa que estaba cruzando, ella acepto. Esa noche tomaron los rusos tomaron la aldea y le dieron la libertad a las mujeres y estaban agradecidas por haberles dado la libertad cosa que habían perdido con los alemanes.

Capitulo 27                                                                                                                                              Todavía Tengo Fe

En este ultimo capitulo Olga Lengyel dice que el motivo de escribir este libro fue sobre toda la gente que sufrió con estos terribles hechos. Habla de la S.S que pidió los nombres de los niños que se habían quedado sin familiares, sin casa, etc.  A Olga la mandaron a bañar a un niño que iban a matar junto con otros. Tenía mucha temperatura estaba muy débil y flaco, había caído en las garras de los alemanes lo habían golpeado hasta que el niño quedara inconsciente, mandaron a la autora del libro y allá le ayudo. Les dijo que muy pocos niños habían sobrevivido a los maltratos. Olga Lengyel dijo que pase lo que pase nunca hay que perder la fe porque eso es lo único que te hace mantener con vida y seguir adelante a pesar de los obstáculos que te pongan en frente. Les cuenta que nunca va a olvidar las desgracias que paso en el campo de concentración y jamás olvidara a las personas que conoció y que la ayudaron a salir adelante.

        
  




Capitulos 24,25,26 & 27 "Hornos de Hitler"
 
Nombre: Gabriela Jacqueline López García.
 
Capítulo XXIV
En el carro de la muerte.
Durante mucho tiempo Olga estuvo tratando de encontrar a su marido, nos cuenta que muy frecuentemente soñaba que él estaba trabajando en una mina, también le mandaba muchas cartas pero ninguna se la respondía. Un día le dijeron que su esposo era el cirujano del hospital de Buna que estaba a unos cuarenta kilómetros de donde estaba ella. Desde entonces lo único que quería hacer era encontrar a su esposo. Entonces a Olga se le ocurre el plan de ir en los camiones de la muerte, que transportaban a los locos a Buna y algunas veces a los presos a las cámaras de gas, a Buna para encontrarse con su esposo aunque este plan era muy arriesgado. Olga se regreso a Birkenau y luego se entero que un soldado alemán le había disparado a su esposo mientras trataba de ayudar a otro preso que ya no podía seguir caminando. También se entero de que los camiones de la muerte ya no habrían mas viajes a Buna.
Capítulo XXV
En el umbral de lo desconocido.
El 17 de enero de 1945 llego un soldado alemán a los campos de concentración y pedía a todos los internos que trabajaban en la enfermería que llevaran todos los papeles de los pacientes a cierto lugar. Más tarde los soldados alemanes quemaron inmediatamente los documentos que parecían una montaña de papeles. Después les dijo que prepararan todo y que trataran de llevar encima toda la ropa que pudieran porque se Ivana ir del campo. La autora se dio cuenta de que de seguro los rusos estaban muy cerca. Se le dijo a los presos que se iban a ir al interior de Alemania, entonces Olga pensó en que sería mejor; si quedarse en el campo escondida a esperar a los rusos o irse con los soldados alemanes e ir a Alemania, aunque de seguro en Alemania le esperaría la muerte. A todas las habían puesto en filas pero Olga salió a la enfermería para ver cómo estaban las enfermeras. Las enfermeras estaban como locas, caminado por todas partes. En eso llego una compañera y les platico que en el campo de los hombres estaban quemando los documentos de todas las fechorías alemanas y ya iban a sacar a los presos. Ya era momento de irse pero Olga pensó en que no podrían caminar sin pan así que les dijo a sus compañeras que fueran al almacén y tomaran todo el pan que pudieran y así lo hicieron. La autora comenta que en ese momento se sintió muy feliz pues desde que llego al capo siempre había querido tomar el pan del almacén. Después de un tiempo y de otra última selección Olga logra salir con vida del terrible campo de concentración. Después de caminar un rato Olga y sus compañeras ven por última vez Birkenau. Olga recuerda a sus padres, a sus hijos y a su esposo, se pone muy triste pero sabe que los tiene vengar de alguna manera, con esta idea llega también la de fugarse de la tropa. Al parecer los rusos ya estaban muy cerca de donde se encontraban ellas pues a lo lejos se escuchaban sus cañones.


Capitulo XXVI
La libertad
Olga iba caminando con un grupo de mujeres huyendo de los campos de concentración. Iban a un paso veloz y así al menos se les quitaba un poco el frio. A lo lejos se escuchaban los disparos de cañones y las armas, la batalla de la cuidad. Eran los rusos que ya habían llegado a Alemania. El camino estaba lleno de cadáveres pero a las mujeres parecía no importarles porque ya habían visto cosas mucho peores. Olga y sus amigas se fueron escabullendo a gatas de las filas y entre las montañas de nieve hasta que llegaron a casa de un señor polaco que les señalo una casa donde se podían esconder. Entonces después de que se habían escondido en el granero que les dijo el señor, llego un soldado alemán a preguntar por ellas pero el amable señor no le revelo nada, el soldado se fue y siguió su camino. Un poco tiempo después el señor las encontró en el granero y el y su esposa les ofrecieron pan con grasa, un manjar para ellas que no habían comido casi nada en mucho tiempo. Pero después unos hombres las obligaron a ella y a sus amigas amarradas a un carro aunque los alemanes que veían pasar ya no tenían interés en ellas. Se encontró con una mujer que le dijo que cruzara el rio congelado y que se metiera a la caza que estaba cruzándolo, se armo de valor y así lo hizo. Esa misma noche los rusos tomaron la aldea y aunque nadie sabía ni entendía lo que los rusos decían estaban inmensamente agradecidos con ellos por haberles dado el regalo de la libertad que ya hace tanto tiempo habían perdido por culpa de los sádicos alemanes.

Capitulo XXVII
Todavía Tengo Fe
En este ultimo capitulo Olga Lengyel nos dice que su motivo para escribir este libro fue la concientización de la gente sobre estos terribles hechos. Les agradece a las personas que le contaron sus historias para poder publicarlas en este libro. Habla de que la SS pidió un formato de los niños internados que se habían quedado ya sin familiares, sin casa, etc. A la autora la mandaron a bañar a un niño que habían mandado aniquilar junto con otros muchos más. El niño estaba ardiendo en fiebre estaba muy enfermo y muy débil y flaco, pobrecito después de haber caído al frio suelo los alemanes lo habían golpeado hasta que el pobre niño quedo inconsciente, después de eso fue cuando lo mandaron con la autora del libro y ella lo ayudo. Ella lo baño sin jabón ni toalla y con agua helada pero era todo lo que podía hacer en esos momentos. Nos comenta que muy pocos fueron los niños que sobrevivieron a estos hechos. La autora Olga Lyengel nos comenta que pase lo que pase nunca hay que perder la fe porque es a lo único a lo que te puedes aferrar para seguir adelante a pesar de todas las adversidades que quieran derribarte. Nos cuenta que nunca va a poder olvidar todas las atrocidades que desgraciadamente vivió en el campo de concentración y jamás va a olvidar a todas las personas con las que estuvo y que le ayudaron a seguir adelante.

los hornos de hitler capituo 24,5,26 & 27 angeles valdez guerrero




En el carro de la muerte.
(Capítulo XXIV)

Durante mucho tiempo Olga estuvo tratando de encontrar a su marido, nos cuenta que muy frecuentemente soñaba que él estaba trabajando en una mina, también le mandaba muchas cartas pero ninguna se la respondía. Un día le dijeron que su esposo era el cirujano del hospital de Buna que estaba a unos cuarenta kilómetros de donde estaba ella. Desde entonces lo único que quería hacer era encontrar a su esposo. Entonces a Olga se le ocurre el plan de ir en los camiones de la muerte, que transportaban a los locos a Buna y algunas veces a los presos a las cámaras de gas, a Buna para encontrarse con su esposo aunque este plan era muy arriesgado. Olga se regresó a Birkenau y luego se enteró que un soldado alemán le había disparado a su esposo mientras trataba de ayudar a otro preso que ya no podía seguir caminando. También se enteró de que los camiones de la muerte ya no habrían más viajes a Buna.

En el umbral de lo desconocido.
(Capítulo XXV)

El 17 de enero de 1945 llego un soldado alemán a los campos de concentración y pedía a todos los internos que trabajaban en la enfermería que llevaran todos los papeles de los pacientes a cierto lugar. Más tarde los soldados alemanes quemaron inmediatamente los documentos que parecían una montaña de papeles. Después les dijo que prepararan todo y que trataran de llevar encima toda la ropa que pudieran porque se Ivana ir del campo. La autora se dio cuenta de que de seguro los rusos estaban muy cerca. Se le dijo a los presos que se iban a ir al interior de Alemania, entonces Olga pensó en que sería mejor; si quedarse en el campo escondida a esperar a los rusos o irse con los soldados alemanes e ir a Alemania, aunque de seguro en Alemania le esperaría la muerte. A todas las habían puesto en filas pero Olga salió a la enfermería para ver cómo estaban las enfermeras. Las enfermeras estaban como locas, caminado por todas partes. En eso llego una compañera y les platico que en el campo de los hombres estaban quemando los documentos de todas las fechorías alemanas y ya iban a sacar a los presos. Ya era momento de irse pero Olga pensó en que no podrían caminar sin pan así que les dijo a sus compañeras que fueran al almacén y tomaran todo el pan que pudieran y así lo hicieron. La autora comenta que en ese momento se sintió muy feliz pues desde que llego al capo siempre había querido tomar el pan del almacén. Después de un tiempo y de otra última selección Olga logra salir con vida del terrible campo de concentración. Después de caminar un rato Olga y sus compañeras ven por última vez Birkenau. Olga recuerda a sus padres, a sus hijos y a su esposo, se pone muy triste pero sabe que los tiene vengar de alguna manera, con esta idea llega también la de fugarse de la tropa. Al parecer los rusos ya estaban muy cerca de donde se encontraban ellas pues a lo lejos se escuchaban sus cañones.




La libertad
(Capitulo XXVI)

Olga iba caminando con un grupo de mujeres huyendo de los campos de concentración. Iban a un paso veloz y así al menos se les quitaba un poco el frio. A lo lejos se escuchaban los disparos de cañones y las armas, la batalla de la cuidad. Eran los rusos que ya habían llegado a Alemania. El camino estaba lleno de cadáveres pero a las mujeres parecía no importarles porque ya habían visto cosas mucho peores. Olga y sus amigas se fueron escabullendo a gatas de las filas y entre las montañas de nieve hasta que llegaron a casa de un señor polaco que les señalo una casa donde se podían esconder. Entonces después de que se habían escondido en el granero que les dijo el señor, llego un soldado alemán a preguntar por ellas pero el amable señor no le revelo nada, el soldado se fue y siguió su camino. Un poco tiempo después el señor las encontró en el granero y el y su esposa les ofrecieron pan con grasa, un manjar para ellas que no habían comido casi nada en mucho tiempo. Pero después unos hombres las obligaron a ella y a sus amigas amarradas a un carro aunque los alemanes que veían pasar ya no tenían interés en ellas. Se encontró con una mujer que le dijo que cruzara el rio congelado y que se metiera a la caza que estaba cruzándolo, se armó de valor y así lo hizo. Esa misma noche los rusos tomaron la aldea y aunque nadie sabía ni entendía lo que los rusos decían estaban inmensamente agradecidos con ellos por haberles dado el regalo de la libertad que ya hace tanto tiempo habían perdido por culpa de los sádicos alemanes.



Todavía Tengo Fe

(Capitulo XXVII)

En este último capítulo Olga Lengyel nos dice que su motivo para escribir este libro fue la concientización de la gente sobre estos terribles hechos. Les agradece a las personas que le contaron sus historias para poder publicarlas en este libro. Habla de que la SS pidió un formato de los niños internados que se habían quedado ya sin familiares, sin casa, etc. A la autora la mandaron a bañar a un niño que habían mandado aniquilar junto con otros muchos más. El niño estaba ardiendo en fiebre estaba muy enfermo y muy débil y flaco, pobrecito después de haber caído al frio suelo los alemanes lo habían golpeado hasta que el pobre niño quedo inconsciente, después de eso fue cuando lo mandaron con la autora del libro y ella lo ayudo. Ella lo baño sin jabón ni toalla y con agua helada pero era todo lo que podía hacer en esos momentos. Nos comenta que muy pocos fueron los niños que sobrevivieron a estos hechos. La autora Olga Lyengel nos comenta que pase lo que pase nunca hay que perder la fe porque es a lo único a lo que te puedes aferrar para seguir adelante a pesar de todas las adversidades que quieran derribarte. Nos cuenta que nunca va a poder olvidar todas las atrocidades que desgraciadamente vivió en el campo de concentración y jamás va a olvidar a todas las personas con las que estuvo y que le ayudaron a seguir adelante.

maria de los angeles valdez guerrero # 206

martes, 21 de mayo de 2013

LOS HORNOS DE HITLER
Abdiel Castro Martínez 

CAPÍTULO XX
LA RESISTENCIA

Todas las adversidades que tenían que enfrentar los presos, provocaban en ellos una actitud de resistencia. Esto implicaba también realizar actos clandestinos como trasportar cosas de un campo a otro, todo esto detrás de las autoridades alemanas. Incluso lograban reunir a algunos de los miembros de una familia.

Hubo cierto accidente un día, pues una presa, que ya había sido seleccionada, golpeó a un guardia con su revolver. Esto ocasionó consecuencias generales, pues a eso lo llamaban "responsabilidad colectiva". 

En 1994, se ordenó a algunas prisioneras a entregar a sus hijos. Para reconocerlos más tarde, ellas improvisaban objetos que generalmente colgaban del cuello de su pequeño.

Poco a poco, la resistencia aumentaba de manera en que mejoraban sus tácticas. Ya habían logrado elaborar un pequeño radio para difundir las noticias entre los presos y habían tramado varios planes destinados al sabotaje. Las noticias del radio se difundían principalmente en la noche. Después corrían hasta las letrinas o los excusados.

Olga nos narra que se estableció conexión con unos guerrilleros rusos ocultos, que trabajaban afuera por su cuenta. Uno de ellos pertenecía a Auschwitz y era miembro de la organización clandestina. Ellos introducían a los campos de manera fraudulenta paquetes de explosivos que consistían en en cajetillas de cigarrillos.

Todo esto levantó sospechas en los alemanes, quienes, alarmados por estas mismas, recurrieron a colocar horcas donde todos los días colgaban cadáveres, ya que cuando alguien comenzaba a sospechar, se daba la orden de que se registrara todo. Cosa que no logró detener el movimiento.

Ellos tenían la obligación de encubrirse los unos a los otros. Nadie recordaba nada, ni los rostros. AL menos eso tenían que aparentar si algún alemán les llegaba a preguntar. Todo tenía que realizarse de forma cautelosa, pues aunque sabían que iban a morir, tenían presente que al menos morirían luchando por algo, por eso no se rendían,


CAPÍTULO XI
¡PARÍS HA SIDO LIBERADO!

El 26 de agosto de 1944, un internado francés fue a la enfermería, con un semblante malicioso y hasta cierto punto, satisfecho. Olga se cuestionaba por qué el hombre estaba así, por eso nos comenta que los casos así no eran raros, o sea que quizá muchos pacientes carecían ya de la cordura. Cuando el preso miró la reacción de Olga ante su visita y su actitud, le reveló el motivo de su estado: París había sido ya liberado. Esto hizo a Olga sentir tan emocionada, que no fue capaz de decir palabra alguna en el momento. Aunque después comenzó a dudar, pues pensó que tal vez el hombre ya había enloquecido de verdad. 

Olga constantemente tenía que luchar por ocultar su tristeza al enterase de que uno de los suyos había tenido alguna dificultad en la guerra, pero esta vez era distinto, pues ahora la noticia que tenía que hacer correr, era la de la liberación de París.

Un detalle importante es que los habitantes de París habían levantado barricadas con el propósito de que los alemanes no destruyeran las bellezas que se encontraban ahí.

Aunque de alguna manera los alemanes se enteraron de estas noticias y decidieron tomar medidas contra muchos de los presos. Empeoraron la comida y a muchos los mataron o los exterminaron en la cámara de gas.

Esto seguía sin poder detener el movimiento, pues cada noche realizaban planes aún más elaborados. Ellos imaginaban a los alemanes rogando por misericordia. Eso les hacía olvidar por momentos sus triste realidad.


CAPÍTULO XXII
EXPERIMENTO CIENTÍFICOS

Cuando Olga trabajaba en los hospitales, se encontraba con muchos pacientes que eran usados como conejillos de indias, pues los usaban para hacer experimentos científicos en Auschwitz y Birkenau. Esto lo hacían los doctores alemanes, que al tener a su merced a tantos prisioneros, optaron por realizar experimentos con ellos. A veces obligaban también a hacer lo mismo a otros doctores entre los deportados. Al menos, a ellos les quedaba de consuelo el saber que quizá con esos terribles experimentos aportarían algo a la ciencia y que de esta manera podrían evitar sufrimiento futuro a otras personas. Pero esa no fue la realidad, pues sólo morían sin beneficio alguno. Así que muchos de los doctores obligados a hacer estos horribles trabajos, intentaban en la medida posible sabotear tales experimentos. Aunque la mayoría de ellos terminaron en los crematorios. La verdad, es que estos experimentos, eran sólo juegos crueles y trataban a los seres humanos como si fuesen insectos.

Uno de los más frecuentes experimentos consistía en inocular a un grupo de internados un germen, el cual iba creando reacción en el organismo de cada uno de los seres, pero los doctores alemanes nunca prestaban atención a eso, por lo que muchos iban a parar a la cámara de gas, rara vez al hospital y sólo en casos extraordinarios, a observación.

La mayoría de las veces, estos experimentos eran realmente absurdos y humillantes.

Los doctores alemanes hacían cuanta cosa se les ocurría a los pobres prisioneros, que usualmente terminaban muertos, ya sea por el experimento en sí o porque si sobrevivían, los exterminaban de todos modos.


CAPÍTULO XXIII
AMOR  A LA SOMBRA DEL CREMATORIO

Los presos que estaban a la sombre del crematorio no eran excepción hablando de amor, pues hasta en ese lugar, hombres y mujeres llegaban a enamorarse. Aunque no se daba de forma común, pues la sociedad de Birkenau era muy distinta a la sociedad normal.

Los alemanes habían intentado reducir o desaparecer los deseos sexuales de los prisioneros. Incluso se decía que en su comida echaban ciertos polvos para que este deseo se extinguiese. Los soldados de la S.S. se excitaban demasiado al estar tan cerca de muchas mujeres desnudas y bellas por lo que se les había proporcionado burdeles llenos de prostitutas de origen alemán a fin de saciar todos sus deseos. Y se sabe que varias prisioneras habían llegado a esos lugares, a pesar de que los nazis se caracterizaban por su racismo.

A veces, la tensión les ayudaba a los presos a poder aplacar sus deseos sexuales, pero la angustia parecía que les brindaba un raro estímulo.

Había muchas bellas mujeres que tenían que mendigar por alimento. A veces, su belleza persuadía a los hombres que gozaban de alimentos de mejor calidad. Ellos podían consumir patatas, que en el campo era considerado lo más delicioso, pero que sólo podía ser consumido por las trabajadoras de cocina y las blocovas. Aunque no era la compasión la que motivaba a los hombres a darles alimento a esas mujeres, sino que era a cambio de favores sexuales. Por lo que la prostitución ya era algo muy ordinario en Birkenau. 

Cap. 20,21,22,23 Los Hornos de Hitler.



 Nombre: Cruz Frausto Edgar Isaac.

Capítulo 20.
La resistencia.
En este capítulo Olga habla sobre cómo se llevaba a cabo la resistencia en los campos de concentración y da varios ejemplos de los cuales se resistían sus compañeras como cuando tenían que hacer su trabajo, lo hacían de manera lenta, es decir se resistían a hacerlo rápido, también le llamaba resistencia cuando pasaban cartas de un campo a otro o cuando realizaron su pequeño festival de navidad en la cara de los alemanes.
 También un grupo de hombres lo cuales iban a ser trasladados a otro campo los dividieron en dos grupos, uno no dijo nada pero el otro como eran hombre fuertes se resistieron a ser llevado y los alemanes al ver esa reacción no hicieron nada más.
Pero aparte de todas esas cosas también habían actos de rebeldía las cuales eran unos explosivos que su amigo L. de Olga les daban para esconderlos pero quien fuese descubierto por los alemanes seria fusilado inmediatamente, y así paso un dia cuando descubrieron a una de la barraca, y de inmediato empezaron a buscar en todas las barracas hasta encontrar otro explosivo. Olga le habían dado uno y casi era descubierta pero logro esconderlo.
El propósito de los explosivos era destruir el crematorio lo cual lo lograron el dia 7 de octubre de 1944 pero al suceder eso muchos trataron de romper las alambradas de púas y la mayoría trato de escapar y muy pocos fueron atrapados y castigados fusilándolos.




Capítulo 21.
“¡Paris ha sido liberado!”
En este capítulo Olga cuenta que el 26 de agosto de 1944 cuando ella permanecía en sus labores de trabajo vio a un hombre al cual ya lo había observado una vez, él era un interno francés, de ojos oscuros, de cara flaca, etc. Pero Olga al verlo de nuevo se dio cuenta que parecía un hombre distintito al otro porque tenía una sonrisa maliciosa y el guiño de sus ojos, tenía una satisfacción enorme en su cara y caminaba con mucha seguridad, ella al principio pensó que el tipo estaba loco pero después el le dijo que Paris había sido liberado, Olga al escuchar eso se emocionó mucho y también se sonrió
Después de la noticia el chisme corrió muy rápido en el campo ya que Olga de tanta emoción les dijo a sus compañeras y a la primera que le dijo fue a una de sus pacientes y su reacción de ella y Olga solo fue sonreír y llorar juntas.
También la noticia ya estaba por el hospital y los lavabos y todas estaban muy agradecidos con los Tommies que eran los soldados de habla inglés ya que habían liberado Paris.
También Olga cuenta de cómo es que al principio le tenían mucha envidia a los americanos ya que ellos al partir del campo, todas las reclutadas vieron cuando se iban hasta con guantes y zapatos lo cual ellas carecían, pero más tarde se dieron cuenta que los habían llevado a otro campo y la ropa se había guardado, es decir, los americanos habían sido engañados.





Capítulo 22.
Experimentos científicos.
En este capítulo cuenta Olga que como habían demasiados internos experimentaban con ellos ya que los alemanes eran libres de hacer lo que ellos quisieran, pero eso no fue todo ya que obligaban a muchos doctores a trabajar bajo la supervisión de los médicos de las SS.
Olga trabajo en los hospitales del campo FKL y del campo E, ella tuvo que atender a muchos conejillos de indias humanos las cuales eran las víctimas de los experimentos científicos realizados en Auschwitz-Birkenau.
En realidad todos esos experimentos no tenían ningún caso más que centenares de miles y aun así los alemanes hicieron mucho daño a las víctimas con sus experimentos fallidos.
Uno de los experimentos que hicieron fue inocular a un grupo de internos en un germen morboso. Los que lograban salir eran mandados directamente al hospital y  los que no lograban salir eran mandados a la cámara de gas y los demás permanecían en observación para ver como reaccionaban conforme al experimento. Ese tipo de experimento era de los más inútiles que se podían ver en Auschwitz-Birkenau.




Capítulo 23.
Amor a la sombra del crematorio.
En este capítulo Olga cuenta que en el crematorio a pesar de saber que los deportados morirían no dejaban a un lado las emociones humanas, es decir, el amor en la atmosfera degradada del campo de la muerte, no era sino una desviación de lo que es para la gente normal.
Es ley de la naturaleza que donde quiera se reúnan hombres y mujeres surja el amor, a eso se refería Olga explicando lo que pasaba en el crematorio.
También cuenta que los superhombres que tenían en su mano los destinos de esas mujeres, trataron de extinguir todos esos deseos sexuales en los prisioneros. Y un rumor que se decía era que en la comida el polvo que ponían era para no despertar el apetito sexual, lo cual se desconocía si era cierto o no.
Allí en el campo se veía mucho la atracción de una persona a otra y esto lo hacían porque se dirigían directamente con la persona y le hablaban de tú, pero también habían algunas muchachas que para atraer su atención del hombre se ponían en círculos de tres o cuatro mientras que la más bonita cantaba las canciones de moda, claro que esas acciones a Olga no le parecían, y así es como la mayor parte de los jóvenes tenían un romance con la blocovas.