lunes, 29 de abril de 2013

ABDIEL CASTRO MARTINEZ 8.9.10,11.

                                                                                                                              29/04/2013

Capítulo 8
Soy condenada a muerte.
Luego de unas semanas, Olga Lengyel era un esqueleto viviente, víctima de calenturas y ataques de tos. Cierto día, fue seleccionada junto con otras a la cámara de gas. Olga se asombró pues muchas mujeres ignoraban o no querían saber de la existencia de las cámaras y hornos. Se encontró en el dilema de hacerlas reaccionar o dejarlas en sus fantasías. Magda una de sus amigas, era una de ellas. Olga le dice que tienen que huir. Magda se resiste a creer. En un descuido de los guardias, Olga escapó y llegó a otra barraca, se cambia de indumentaria y regresó a su barraca. La blocova de su zona reconocio a Olga y le pidió sus botas a cambio de no decir nada. Olga aceptó.

Capítulo 9
La enfermería.
Un día se anuncia la intención de poner una enfermería en la barraca quince. Una semana después se instaló un hospital. Olga es nombrada parte del personal y se muda a la enfermería donde mejora relativamente su estancia. Diariamente se levantaba a las cuatro de la madrugada y daba consulta hasta entrada la noche. Al día llegaba a recibir más de mil quinientas enfermas. Y aunque en el hospital de la barraca había en promedio de cuatrocientas a quinientas pacientes, escaseaba la medicina y el agua por lo que todo, inclusive las operaciones, se realizaban en degradantes condiciones. Era tal la suciedad, que la autora confiesa haber seriamente dudado de sus teorías sobre la esterilización de los instrumentos. El total de internadas en todo Birkenau ascendía a treinta mil, y sólo cinco mujeres las atendían.
Las cinco mujeres que atendían la enfermería carecían de uniforme y atendían con los andrajos de siempre. La situación mejoró en cuestión del dormitorio pues les asignaron el viejo urinario de la barraca doce. En seis camastros donde se acomodaban y dormían apretadas.

Capítulo10
Un nuevo motivo para vivir.
Aunque el campo era básicamente de mujeres, había algunos internos hombres. Un francés, denominado por la autora como L, llegó a convertirse en un visitante asiduo a la enfermería. Además de su presencia simpática y graciosa, L traía noticias sobre el frente de guerra. Las noticias levantaban el espíritu a las reclusas pues no tenían acceso a ninguna información. Olga cae en una profunda depresión, L la llama y la alienta a seguir adelante. Le habla de su trabajo y del sufrimiento que llega a quitar. Olga le pregunta qué tiene que hacer. L le dice que debe de divulgar la situación externa, mantener la fe y la esperanza en las reclusas y por el cargo que desempeña, queda perfecta como oficina de correos. Se le entregarían cartas y paquetes, jamás sabría el nombre de ninguna persona que lo manda o recibe, ni tampoco sabrán el suyo por razones estrictas de seguridad, si la descubren será mandada inmediatamente a la cámara de gas y de ahí al crematorio. Olga sabía que el mundo se tenía que enterar de los horrores Nazis. Olga aceptó y formó parte de la Resistencia. De ésta manera, Olga supo a detalle, todo lo que ocurría en Birkenau y Auschwitz.
Anteriormente los seleccionados eran fusilados, en 1941 se instalaron cuatro crematorios. judíos y cristianos eran enviados por igual al crematorio. Fue a partir de 1943 cuando se reservó “la solución final” exclusivamente al europeo que practicara la religión judía y a los gitanos. Dos crematorios eran enormes y consumían una cantidad extraordinaria de cadáveres en poco tiempo. Cada unidad consistía en un horno, un vestíbulo, y una cámara de gas. Todas constaban con una chimenea, que era alimentada con nueve hogueras. Los cuatro hornos de Birkenau eran calentados por treinta fogatas en total se podían reducir 360 cadáveres a cenizas cada medía hora, y 17, 280 cadáveres cada  24 horas. Además, la autora nombra la existencia de las “fosas de la muerte” donde perecía un promedio de ocho mil personas. Al día 24 mil cadáveres eran reducidos al polvo.
Diariamente, llegaban a Birkenau dos o tres trenes, cada uno con treinta o cincuenta vagones repletos de judíos, enemigos políticos, criminales, prisioneros de guerra y civiles. Todos llegaban con falsas promesas y siempre era el mismo rito: izquierda cámara de gas y derecha, detención temporal en Auschwitz. El procedimiento era sencillo: los deportados llegaban con falsas promesas, había pocos soldados, si la familia quería estar reunida se les permitía, de fondo se escuchaba algún conjunto de jazz, se les informa que serán bañados para desinfectarse, se amontona la mayor cantidad de personas posibles en unos cuartos enormes que simulan baños públicos. Se cierra la puerta y cuando la temperatura humana había subido, un soldado alemán dejaba caer una pastilla de gas a base de cianuro. La asfixia es inmediata. Cuando se abrían las puertas, se encontraban los cuerpos amontonados unos sobre otros, los moribundos eran levantados con brusquedad y arrojados entre los cadáveres para ser llevados a los hornos crematorios, no sin antes, extraerles dientes de oro, pertenencias y cortarles el pelo. Por supuesto que ningún alemán realizaba estás tareas, todo lo realizaban los mismos presos que solamente estaban esperando su acceso, tarde que temprano, a la muerte.

Capítulo11
Canadá.
Canadá era el nombre con que se conocía al edificio que resguardaba los objetos de valor que habían sido confiscados por los custodios. Trabajaban 1200 hombres y 2000 mujeres. Adentro, se encontraba desde juguetes hasta botellas de vino, trabajar o tener algún contacto en el Canadá constituía un verdadero privilegio, pues un mercado negro se desarrollaba en su interior. Un kilo de mantequilla por 500 marcos, un kilo de carne por 1,000 marcos, un cigarro, 7 marcos, pero el precio de una fumada estaba sometido a flactuaciones. a veces, una joya de gran valor se cambiaba por una botella de vino ordinario. Tambien contribuia al trafico el personal de la cocina. Ellos eran igualmente de los privilegiados.  

                                                                                             Abdiel Castro Martinez 206

1 comentario:

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