Los hornos de Hitler
(Capitulo VIII)
SOY CONDENADA A MUERTE
En este capítulo Olga empieza a narrar que el único trabajo que realizaban ,al día era asistir a las formaciones ella había quedado más delgada que un esqueleto era víctima de calentura y ataques de tos Un día se sentía más enferma que nunca al igual que Magda su amiga se encuentra mucho más enferma que ella .Hasse advirtió lo que era una infracción grave y las designó hasta la selección las stubendiest divise un palo que allí era un signo de poder más unos días después llegaron y les ordenaron a ella y sus compañeras que se dirigieran a los camines para que las transbordaran directo a las cámaras de gas u a los hornos del crematorio en estos se quemaban a las personas que estaban muertas algunas de las mujeres solo creían que esto de las cámaras de gas eran rumores fantásticos para asustarlas pero todo esto era verdad a Olga le costaba trabajo aceptar luego de llegar a las cámaras de gas fueron formadas Olga logro escabullirse a toda velocidad hacia las cocinas , con el aire más natural comenzó a poner los platos en orden , tuvo mucho cuidado de no salir hasta la primera revista
se cambió de ropa con otra deportada y se escondió en mi koia , hubo una o dos prisioneras que se quedaron asustadas al verla , pero ella les explico que la debieron haber confundido con otra compañera.
La enfermería
(Capitulo IX)
Durante semanas y semanas,
no hubo medios para atender a los enfermos. No se había organizado hospital
ninguno para los servicios médicos ni disponíamos de productos farmacéuticos.
A Olga la nombran miembro
del personal de la enfermería. Se encargaría de las mujeres que estuviese
enfermas en las barrancas, Junto con otras de sus compañeras Durante mucho tiempo dispusieron dos
pequeñas habitaciones. La única luz que tenían procedía del pasillo; no había
agua corriente, y resultaba difícil mantener limpio el suelo de madera, El
total de internadas que se en contaba en el campo ascendía a treinta o cuarenta mil
mujeres. Y todo el personal disponían para su enfermería no pasaba de cinco nunca se daban abasto
con su trabajo. Ellas solían levantarse a las cuatro de la madrugada. Las consultas
empezaban a las cinco. Las enfermas, que a veces llegaban eran a mil quinientas
al día, tenían que esperar a que les tocase su turno en filas de a cinco. Lo único
bueno era que después de que Olga y las demás enfermeras terminaran su turno les
remitían un lujo de un buen aseo, tiempo después
fue mejorando sus condiciones de vida.
Un nuevo
motivo para vivir
(Capitulo
X)
Olga dice que a veces, iban también hombres a su enfermería. Generalmente eran internados
que trabajaban en los campos de mujeres. Cuando regresaban a sus barracas por
la noche, encontraban su enfermería cerrada. Pero para ellas era cruel negarse
a atenderlos, aunque estaba estrictamente prohibido por los alemanes. Pero sus
lesiones procedían de accidentes de trabajo. Ella a través de nuevos contactos
que tenía, se enteró por fin de los detalles más concretos sobre la cámara de
gas y los crematorios. Y dice que le contaban que al principio, los condenados
a muerte de Birkenau eran fusilados en el bosque de Braezinsky o ejecutados por
gas en la infame casa blanca del campo de concentración. Los cadáveres eran
incinerados en una fosa. Después de 1941, se pusieron en servicio cuatro
crematorios, con lo que aumentó considerablemente el "rendimiento" de
esta inmensa planta exterminado. En menos de un trimestre los alemanes habían
liquidado a más de 1.300,000 personas en Auschwitz-Birkenau.
Un día mandaron a Olga, en compañía de otras tres internadas,
a buscar mantas para la enfermería.
En el momento en que llegábamos a la estación, entraba en vías un transporte. Los vagones de ganado estaban siendo vaciados de los seres humanos golpeados y enclenques que habían hecho el viaje juntos, a base de ciento por cada vagón. De aquella espesa y desgraciada turba, surgían gritos desgarrados en todos los idiomas de Europa, en francés, rumano, polaco, checo, holandés, griego, español, italiano.
Canadá
(Capitulo
XI)
En este capítulo Olga narra que Auschwitz-Birkenau
había un edificio que era llamado "Canadá". Dentro de sus muros se
almacenaban las ropas y demás pertenencias quitadas a los deportados cuando
llegaban a la estación, o cuando se iban a duchar, o en el vestíbulo del
crematorio, el “Canadá” contenía una riqueza considerable, porque los alemanes
habían animado a los deportados a que se llevasen sus objetos de valor. Muchos
comandos robaban con la esperanza de poder comprar su libertad. Gracias a los
sobornos de este tipo, ocurrieron muchas fugas mientras estuve en el campo.
Generalmente no se salían con la suya. Los alemanes aceptaban de mil amores
cuanto se les ofrecía, pero en lugar de facilitarles la huida, les complacía
más abatir a tiros a sus clientes.
Los objetos robados del Canadá se negociaban después en el mercado negro, Este tipo de tráfico en especie era resultado natural de las condiciones locales en que Vivian era difícil sustraerse a él. Olga en ocasiones pagaba la ración de pan de ocho días por una prenda que necesitaba para hacerse una blusa de enfermera. Los checos eran los únicos que recibían regularmente paquetes de sus familias, por lo menos durante cierto tiempo. Aprovechaban los permisos oficiales que se les concedían para solicitar toda clase de pertenencias útiles, sobre todo lana para tejer, con la que se confeccionaban prendas de abrigo, bien para su uso personal bien para el mercado negro. Pero no tardarían mucho para que los alemanes se enteraran de esto y los liquidaran.
Los objetos robados del Canadá se negociaban después en el mercado negro, Este tipo de tráfico en especie era resultado natural de las condiciones locales en que Vivian era difícil sustraerse a él. Olga en ocasiones pagaba la ración de pan de ocho días por una prenda que necesitaba para hacerse una blusa de enfermera. Los checos eran los únicos que recibían regularmente paquetes de sus familias, por lo menos durante cierto tiempo. Aprovechaban los permisos oficiales que se les concedían para solicitar toda clase de pertenencias útiles, sobre todo lana para tejer, con la que se confeccionaban prendas de abrigo, bien para su uso personal bien para el mercado negro. Pero no tardarían mucho para que los alemanes se enteraran de esto y los liquidaran.
maria de los angeles valdez guerrero # 206
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